La NatGeo de febrero trae un artículo mas o menos bueno sobre el Amor. Narra a grandes rasgos la lucha de una pareja por recuperar o reencontrar la pasión que alguna vez sintieron. Tan siquiera por sobrellevar su vida cotidiana con mayor comodidad. Nos lleva por la miríada de sustancias que afectan al cerebro al enamorarnos, efectos psicológicos, costumbres de otros pueblos. Experimentos con ratas. Como escogemos pareja, la recilencia de los hombres a tratar estos temas tan de niñas. Y acaba con esto:
[…] Nunca antes la había observado con detenimiento. Y me doy cuenta de que, en la foto, mi marido no mira de frente a la cámara, sino que sus ojos de color azul pálido se dirigen hacia un lado, a la izquierda, y observan algo que yo no puedo ver. Toco sus ojos. Miro más de cerca. ¿Hay algo de tristeza en su expresión, en la manera en que aparta la mirada?
Recorro la vista hacia el extremo de la foto, para encontrar lo que observa, y entonces lo descubro: una tortuguita que se acerca a él. Ahora recuerdo que la atrapó después de que la cámara se disparó, la tomó delicadamente en sus manos, se la mostró a nuestros hijos, acarició su caparazón, tocó con su dedo la escamosa concha. Recuerdo cómo estiró sus manos para mostrarme el animal, una ofrenda de amor. La tomé y juntos la devolvimos al mar.
La ciencia es capaz de explicar que sucede en el cerebro al enamorarse apasionadamente. Se saben que sustancias son segregadas, que hormonas entran en acción, y también como contrarrestarlo. Se sabe que es similar a muchas enfermedades mentales, o a estar bajo el efecto de las drogas. Se sabe todo eso y aún mas.
Y en ello va la belleza de la ciencia. A pesar de que sabemos los comos y los porques, nada en ellos impide que, después de leer un artículo que resulta mas bien desalentador, y al llegar al último párrafo, uno se llene de sentimiento, los ojos de lágrimas y el pensamiento de recuerdos muy vívidos.
Para mas información: Los Dragones del Edén de Carl Sagan.
Si, así es, tienes mucha razón en lo que comentas. Pero hay algo más, el neócortex, o corteza superior, o cerebro nuevo, es la última parte que ha evolucionado en nuestro cerebro, es el cerebro moderno y la tendencia es desarrollarlo mas y dejar un tanto de lado el sistema reptiliano (el sistema límbico).
¿Qué quiere decir esto? Entre otras muchas cosas, actividades primitivas, como la danza, los deportes de contacto, los rituales tribales y las supersticiones tradicionalistas tenderán a desaparecer al mismo ritmo que el cerebro superior gana en complejidad.
Ahora bien, vivimos en una época en la que el ritmo del avanze tecnológico es impresionante y con toda seguridad a nuestro cerebro no le dará tiempo de aclimatarse. Este funciona acostumbrándose a los cambios a través de miles de millones de años, y no a lo largo de unas cuantas décadas. Quién sabe que consecuencias nos traiga esto.
Por otro lado, somos la única especie que guarda información de manera extrasomática, esto es, no solo en nuestros genes. Tenemos libros, computadoras y cualquier cantidad de medios de almacenamiento de información… y esto es importante por que la evolución va muy de la mano con la capacidad de almacenamiento y proceso de información.
Otro tema relacionado es aquello que siempre dicen los padres nuevos “los niños ya vienen distintos, desde pequeños saben operar un control remoto”. Nada mas alejado de la verdad, se debe simple y sencillamente a que aún no le pegamos a nuestro límite de capacidad cerebral, y a que todo lo que diseñamos lo hacemos pensando en que serán humanos quienes lo usen, por tanto un humano no tiene mayor problema en apretar botones y prender luces. Sin embargo, es incapaz de utilizar una computadora sin el debido adiestramiento. Los niños no vienen distintos, el cerebro humano no ha cambiado escencialmente en los últimos 150mil años.
Ah, una idiotez relacionada es aquello de que usamos solamente el 10% de nuestra capacidad cerebral. Eso, de plano, es una sandez sin pies ni cabeza. La evolución no es estúpida y no produce cosas que tal vez se utilizarán mañana; produce cosas que se necesitan ahora. Usamos el 100% de nuestro cerebro, todo el tiempo, todos los días. Que unos sean mas inteligentes que otros tiene que ver con genes y educación, mas no con porcentaje de uso cerebral.
Aun no profundizo bien en el tema, pero algo que se me hace interesante por aportar es que en la división del cerebro humano, una parte primordial que maneja los sentimientos es el sistema límbico, este inició hace muchos miles de años con el lóbulo olfativo que esta situado en la parte superior de la espina dorsal, en este se registraban memorias de lo agradable y desagradable en cuanto al olor de una persona (digase hormonas) y de ahí la importancia de las feromonas en la atracción sexual de los humanos ya que con la evolución del hombre esas “memorias” de nuestros ancestros quedan en nuestro pequeño cerebro límbico.
Otra parte primordial del cerebro es la neocorteza, en esta almacenamos los pensamientos que perciben nuestros sentidos a través de nuestros años de experiencia, ahí se miden nuestras habilidades intelectuales y de socialización básica como la comunicación.
Ahora, hombres y mujeres por la misma constitución de nuestro cerebro actuamos de manera diferente, claro con sus respectivas exepciones. Los hombres no tienen un “lazo” muy estrecho que digamos entre su neocortex y su sistema límbico lo cual provoca que tengan sentimientos porque ahi esta su parte límbica pero no lo expresan porque no lo relacionan con su entorno que son las ideas que perciben sus sentidos y por lo tanto mucho menos lo saben comunicar, por ejemplo: es super común que cuando a un hombre le preguntas que como se siente te conteste “bien” o “mal”, algunos otros contestan “normal”, pero bien, mal y normal no son sentimientos.
En cambio las mujeres tenemos una “conexión” más estrecha entre estas dos partes de nuestro cerebro lo cual hace que respondamos a la misma pregunta con una historia completa de lo que nos paso y de lo que nos hizo sentir cada una de esas experiencias, expresandonos con verdaderos sentimientos como son: melancolía, nostalgia, alegria, enojo, ira, emoción, extasis, etc.
Una de las excepciones a las que me refiero es un estudio que realizó el Dr. Peter Sifneos en Harvard a fines del siglo pasado con un paciente que se le había extirpado un tumor precisamente en su zona límbica y un efecto secundario fue precisamente perder los sentimientos. Era un abogado exitoso y perdio su empleo y sus ahorros porque ya no le emocionaba el exito, lo dejo su esposa porque ya no era el mismo, y el mismo doctor se dió cuenta de su problema con detalles tan sencillos como el de no saber para cuando fijar su proxima cita entre varias opciones porque sencillamente le daba igual no asistir a un recital de su hija que posponer una cita con sus amigos.
Esto tal vez nos haga comprendernos mutuamente, ya que es anatomicamente imposible cambiar el modo de expresión de un hombre o de una mujer en cuanto a sus sentimientos. Que ambos sentimientos existen y son muy grandes y valiosos, sólo que unos los demuestran con hechos y actitudes y otras más con palabras…