Ustedes, queridos lectores, estoy seguro se piensan que nací el ateo intolerante que soy ahora, pero ¡sorpresa!, no es así. ¿Desafortunadamente?
Para mi suerte, no nací católico. Si bien mis padres eran en mayor o menor grado católicos, jamás me empujaron la religión como las letras, de hecho no recuerdo ninguna plática religiosa importante con ellos en mi infancia.
De ahí siguieron un par de primarias religiosas, marista y lasallista, de misa de viernes primero de mes y clases de religión, “vocacional” las llamaban. Recuerdo con gran tristeza que en algún retiro (íbamos cada rato de retiro al campo, a haciendas, etc) íbamos en procesión, supongo habrá sido una posada, en la noche y con velitas todos, y yo junto con uno de mis amiguitos de la época, decidimos, o más bien, “fuimos iluminados” y nos pusimos a derramar la cera caliente sobre nuestras manos… Le comentamos al profesor más cercano (estoy seguro que era un “Hermano”, así se les llama a los miembros de esa sociedad oculta que es el lasallismo) acerca de que lo hacíamos como sacrificio y puso cara de aprobación. Era en gran parte un juego, pero no dejo de sentir lástima por ese yo anterior, ignorante a más no poder.
En la misma época, primaria, mi abuelo materno se encargó de instruirme en las artes ocultas del esoterismo: la astrología, chakras, rayos de energía, energía de los cristales, los 7 rayos y Lobsang Rampa todos desfilaron ante mi. Evidentemente encontré esto muchísimo más interesante que la insípida religión católica, exceptuando el libro de las Revelaciones y la Divina Comedia, que ya me había refilado, así que me dediqué con ahínco a encontrar coincidencias astrológicas por todos lados. Que si mi planeta era tal, y mi piedra tal otra… ¡Vaya que si me creía tanta tontería!
Mi padre siempre estuvo en contra de esas charlatanerías y se molestaba bastante cuando se enteraba que mi abuelo me estaba instruyendo, o cuando yo hacía comentarios relacionados al asunto. El gran problema es que el jamás pudo refutar nada, nunca me ofreció ninguna explicación lógica y racional, simplemente “son tonterías”, y para entonces yo ya era algo analítico, así que me tenía más sentido creer en todo eso que en las nulas explicaciones ofrecidas por mi padre.
Afortunadamente hizo algo mejor.
En aquellos tiempos, queridos hermanos, una de nuestras cadenas de supermercados se dio a la tarea de vender enciclopedias a precios muy accesibles, y gracias a una conjunción planetaria astrológica, una de nuestras televisoras se dio a pasar programas de ciencia muy agradables… Y mi padre se encargó de comprar Mundo Submarino, de Jacques Cousteau, y El Nuevo Tesoro de la Juventud (si, leí cada uno de esos tomos completo, y en el caso de Mundo Submarino, dos veces), y a grabarme en video Cosmos, de Carl Sagan, y a veces el de Cousteau, que también pasaba en la tele.
¡Acierto de aciertos!
Hasta entonces lo único que sabía yo de las estrellas era que poseían gran poder sobre nosotros, y que solo servían para despertar nuestro yo interior y el tercer ojo y tal. Pero entonces conocí al Gran (y ese es el único Gran aquí) Maestro Carl Sagan, y su hermosísima forma de explicar las cosas. Sobra decir que quede totalmente enamorado de Cosmos. Y, casualmente, una tía compró el libro, pasta dura, ilustraciones por doquier… Y encima tuvo a bien regalarme dos libros, novelas de robots, del Señor Isaac Asimov, Bóvedas de Acero y El Sol Desnudo, que aún tengo, y que devoré instantáneamente.
Mi universo se expandió exponencialmente, de repente había galaxias, nebulosas, termodinámica, rayos gamma y gravedad rigiendo no solo nuestras vidas, sino la del universo mismo. Y todo era tan hermoso, y mucho más interesante que el esoterismo, ni que decir del pobrecito infierno cristiano.
Así que me las ingenié para decir en mi casa que ya había hecho la primera comunión, en mi escuela lasallista, pues imaginaba que eso si me obligarían a hacer. Nunca se enteraron sino hasta años después que se los confesé, y no le dieron demasiada importancia. Además mi madre se estaba convirtiendo al budismo poco a poco, gracias a las enseñanzas de su padre.
Busqué con fervor cada libro de Asimov que pude encontrar en los botaderos de las bodegas Aurrerá y Gigante, $15 cada uno y $30 cuando muy caros. Me convertí en fan declarado de la ciencia ficción escrita (no se crea mi amigo el lector que empecé a leer con eso, no. Yo leía desde muchísimos años antes, novelas, clásicos, cuentos para niños, moralejas chinas…) y de la ciencia en general. Desafortunadamente mi acceso a la ciencia estaba limitado, no había internet y la ciencia nunca ha sido demasiado accesible al público en general. Pero tuve un maestro de matemáticas que una vez a la semana nos daba una clase de “Ciencias de la Tierra” en donde discutíamos los enigmas astronómicos y físicos entre todos, ciertamente muy interesante y alentador.
Y así, fui enterándome poco a poco del avance de la ciencia, de los modelos en los que la Tierra era el centro del universo (apoyados por la iglesia), luego los heliocéntricos (apoyados por la iglesia) hasta los modernos del universo en expansión y me di cuenta de algo muy curioso: la religión, invariablemente, se equivocaba. Y para más inri, la ciencia era la que le atestaba las crucificciones. Brillante, simplemente brillante pues entendí que la ciencia era la gran impulsora de la humanidad, la única que nos provee del conocimiento sólido, aunque también me quedó claro que la religión cumplió su papel unificador en cierto momento. Hoy ya está muy pasada de moda, y es totalmente innecesaria en el mundo civilizado.
Para entonces (tal vez principios de secundaria) yo ya tenía un buen rato de no creer en el dios católico, sino en el dios abstracto del que tanto hemos hablado en este blog. Aunque todavía le daba una cierta esperanza de creencia a los sueños y ovnis. Seguí devorando todo lo que encontraba a mi paso y decidí que la astronomía era una de mis pasiones, pero deje de darle importancia a cualquier creencia, tuve una etapa libre de fricciones entre la realidad y lo que yo creía. Rezaba una oración propia cada noche, más que nada agradeciendo y pidiendo por los demás (solo pedía por mi en épocas de exámenes finales 😉 ), pero no pensaba más en el asunto.
Hasta que llegó un momento en que mis conocimientos de cómo funcionan las cosas (por limitados que son) me permitieron decirle adiós incluso al ser omnipotente abstracto y abrazar el ateísmo.
Aunque mi ateísmo es algo difícil de explicar, trataré: en la escala de Dawkins soy un 6.5. No pienso que exista ningún dios objetivo, de ninguna religión, tal, he decidido, es un absurdo total. Pero, ¿qué hay del dios abstracto? Ese que ni se molesta en nosotros, probablemente ni nos conozca, pero es omnipotente de todas maneras? Bueno, he leído la suficiente ciencia ficción y tengo bastante imaginación para concebir un ser producto de miles de millones de años de evolución, desde una especie sapiente como la nuestra, hasta un controlador de estrellas, un creador de galaxias, un ser, desde nuestra perspectiva limitada, a todas luces omnipotente. Un ser “divino”. Sin embargo ¡no es ningún dios! Es producto de la evolución, y probablemente nosotros algún día estaremos en su misma posición, si logramos librar todos los obstáculos que nos esperan ahí afuera. Ese ser, no solo pienso que pueda existir, ¡espero que exista(n)!
Así que, ahí la tienen, mis creencias desde un católico no practicante hasta un ateo feliz, pues a final de cuentas: la ciencia es nuestra verdad más aproximada.
Hoy no creo en nada y experimento la misma felicidad al mirar hacia arriba que el religioso más profeso. Que el lama más meditativo, y que el párroco más dedicado. Incluso me atrevería a decir que más, ya que yo entiendo lo que está sucediendo en la bóveda celeste, mientras que los religiosos solo pueden aspirar a admirar belleza, y ya lo dijo Sagan más o menos así:
La comprensión es una especie de éxtasis.
mmm… tienes razón, si ese ser no influye en mi vida, pues para que intentar creer en algo que si existe tal vez le sea indiferente, o que igua y ni existe.
Y… ¿ese ser superior influye en tu vida?
No.
ok gracias, ya me lo descagué en ingles, y pues espero que si me sirva, oye y cuando me dijiste que no necesito creer en nada, ¿te referias a ser ateo?, es que no soy ateo porque igual no creo en Dios como tal, pero si creo que existe algún ser superior o así
Es muy muy ligero, no te preocupes.
ok gracias, no lo pensé así antes, y gracias, otra cosa el libro que me dijiste, ya comenzé a leerlo, y me parece bien, pero no habrá algo más light, esque como te deciá voy comenzando en esto
Clic derecho y guardar como, o bien cuando los abra tu explorador por ahí viene la opción de guardar el pdf.
ok, ya entré a babilonia, pero creo que no se pueden descargar, osea, solo los abre y ya, ¿hay alguna manera de descargarlos desde ahi?
En primera, no necesitas creer en nada. En segunda, nada en lo que puedas creer va a tener una influencia mesurable en tu vida.
En tercera, por supuesto, dale a Richard Dawkins, leete The God Delusion (El Espejismo de Dios), lo tengo en español e inglés, pero te recomiendo la versión en inglés por supuesto (la de español tiene muchos errores idiotas). Están en mi dominio /babilonia.
Muy interesante tu historia y la de los demás ateos, la verdad mis padres son testigos de Jehova, y la verdad me parece que en cuestión moral si es una muy buena religión( claro estó no es de lo que se esta hablando) pero sin embargó hace como tres años que ya no los acompaño a sus reuniones, y pues desde entonces he buscado algo en que creer y la verdad aqui he encontrado varias muy buenas opiniones, yo tengo 18 años y pues creo que para la edad que tengo voy por buen camino ;), leó mucho y así, y pues quisiera que me recomendaran libros o articulos que me pudieran servir, bueno pues de antemano gracias
Jajajaja!
Unamuno says: soy agnóstico.
La labor del perezoso sería ciertamente escuchar a Unamuno!
Sí, Unamuno fue un poeta, pero también un filósofo y me atrevería a decir un científico. Yo no ignoraría lo que dice sòlo por ser un hombre que maneja las palabras con gracia. El punto de esta carta es, precisamente, no encasillar a las personas en una categoría, sino buscar la verdad y buscarla siempre. Por lo visto, ese es el punto central de toda la discusión que se ha desarrollado en este post, Esteban es tal… Frida es tal… No sé que sean, pero el fin es no intentar encuadrarlos a x o y definición, porque esa sería la labor del perezoso.
Bah, Unamuno, como casi cualquier poeta que se precie, habla mucho y dice poco. De esos que remueven las aguas para aparentar profundidad. Su opinión no me vale nada.
Lo de arriba puede escribirse en 1/10 de tamaño… y ser más conciso.
Mi religión
Me escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: “Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?” Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.
Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso —y cabe pereza espiritual con muy fecundas actividades de orden económico y de otros órdenes análogos— propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica.
Escéptica digo, pero tomando la voz escepticismo en su sentido etimológico y filosófico, porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado. Hay quien escudriña un problema y hay quien nos da una fórmula, acertada o no, como solución de él.
En el orden de la pura especulación filosófica, es una precipitación el pedirle a uno soluciones dadas, siempre que haya hecho adelantar el planteamiento de un problema. Cuando se lleva mal un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo significa un no pequeño progreso. Cuando una casa amenaza ruina o se hace completamente inhabitable, lo que procede es derribarla, y no hay que pedir se edifique otra sobre ella. Cabe, sí, edificar la nueva con materiales de la vieja, pero es derribando antes ésta. Entretanto, puede la gente albergarse en una barraca, si no tiene otra casa, o dormir a campo raso.
Y es preciso no perder de vista que para la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar a las soluciones científicas definitivas. Los hombres han vivido y viven sobre hipótesis y explicaciones muy deleznables, y aun sin ellas. Para castigar al delincuente no se pusieron de acuerdo sobre si éste tenía o no libre albedrío, como para estornudar no reflexiona uno sobre el daño que puede hacerle el pequeño obstáculo en la garganta que le obliga al estornudo.
Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumbas no por eso se harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a su conducta. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, no tanto es bueno por creer en él cuanto que cree en él por ser bueno. Proposición ésta que habrá de parecer oscura o enrevesada, estoy de ello cierto, a los preguntones de espíritu perezoso.
Y bien, se me dirá, “¿Cuál es tu religión?” Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible —o Incognoscible, como escriben los pedantes— ni con aquello otro de “de aquí no pasarás”. Rechazo el eterno ignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible.
“Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea sin cuidarme de la victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? Pues ésta es mi religión.
Ésos, los que me dirigen esa pregunta, quieren que les dé un dogma, una solución en que pueda descansar el espíritu en su pereza. Y ni esto quieren, sino que buscan poder encasillarme y meterme en uno de los cuadriculados en que colocan a los espíritus, diciendo de mi: es luterano, es calvinista, es católico, es ateo, es racionalista, es místico, o cualquier otro de estos motes, cuyo sentido claro desconocen, pero que les dispensa de pensar más. Y yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. “No hay enfermedades, sino enfermos”, suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes.
En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racionalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo sin atenerme a dogmas especiales de esta o de aquella confesión cristiana. Considero cristiano a todo el que invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y me repugnan los ortodoxos, sean católicos o protestantes —éstos suelen ser tan intransigentes como aquéllos— que niegan cristianismo a quienes no interpretan el Evangelio como ellos. Cristiano protestante conozco que niega el que los unitarios sean cristianos.
Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales —la ontológica, la cosmológica, la ética, etcétera— de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar de esto, no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.
Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.
Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.
Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero “quiero” saber. Lo quiero, y basta.
Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡Paradoja! los mentecatos y los superficiales.
No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura —y cultura no es lo mismo que civilización— de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: “¡No se debe pensar en eso!”; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: “Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó”. Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.
Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos, removerles el poso del corazón, angustiarlos, si puedo. Lo dije ya en mi Vida de Don Quijote y Sancho, que es mi más extensa confesión a este respecto. Que busquen ellos, como yo busco; que luchen, como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios, y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu.
Para esta obra —obra religiosa— me ha sido menester, en pueblos como estos pueblos de lengua castellana, carcomidos de pereza y de superficialidad de espíritu, adormecidos en la rutina del dogmatismo católico o del dogmatismo librepensador o cientificista, me ha sido preciso aparecer unas veces impúdico e indecoroso, otras duro y agresivo, no pocas enrevesado y paradójico. En nuestra menguada literatura apenas se le oía a nadie gritar desde el fondo del corazón, descomponerse, clamar. El grito era casi desconocido. Los escritores temían ponerse en ridículo. Les pasaba y les pasa lo que a muchos que soportan en medio de la calle una afrenta por temor al ridículo de verse con el sombrero por el suelo y presos por un polizonte. Yo, no; cuando he sentido ganas de gritar, he gritado. Jamás me ha detenido el decoro. Y ésta es una de las cosas que menos me perdonan estos mis compañeros de pluma, tan comedidos, tan correctos, tan disciplinados hasta cuando predican la incorrección y la indisciplina. Los anarquistas literarios se cuidan, más que de otra cosa, de la estilística y de la sintaxis. Y cuando desentonan lo hacen entonadamente; sus desacordes tiran a ser armónicos.
Cuando he sentido un dolor, he gritado, y he gritado en público. Los salmos que figuran en mi volumen de Poesías no son más que gritos del corazón, con los cuales he buscado hacer vibrar las cuerdas dolorosas de los corazones de los demás. Si no tienen esas cuerdas, o si las tienen tan rígidas que no vibran, mi grito no resonará en ellas, y declararán que eso no es poesía, poniéndose a examinarlo acústicamente. También se puede estudiar acústicamente el grito que lanza un hombre cuando ve caer muerto de repente a su hijo, y el que no tenga ni corazón ni hijos, se queda en eso.
Esos salmos de mis Poesías, con otras varias composiciones que allí hay, son mi religión, y mi religión cantada, y no expuesta lógica y razonadamente. Y la canto, mejor o peor, con la voz y el oído que Dios me ha dado, porque no la puedo razonar. Y el que vea raciocinios y lógica, y método y exégesis, más que vida, en esos mis versos porque no hay en ellos faunos, dríades, silvanos, nenúfares, “absintios” (o sea ajenjos), ojos glaucos y otras garambainas más o menos modernistas, allá se quede con lo suyo, que no voy a tocarle el corazón con arcos de violín ni con martillo.
De lo que huyo, repito, como de la peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: “Y este señor, ¿qué es?” Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos. Pero nadie debe cuidarse de lo que piensen de él los tontos, sean progresistas o conservadores, liberales o reaccionarios.
Y como el hombre es terco y no suele querer enterarse y acostumbra después que se le ha sermoneado cuatro horas a volver a las andadas, los preguntones, si leen esto, volverán a preguntarme: “Bueno; pero ¿qué soluciones traes?” Y yo, para concluir, les diré que si quieren soluciones, acudan a la tienda de enfrente, porque en la mía no se vende semejante artículo. Mi empeño ha sido, es y será que los que me lean, piensen y mediten en las cosas fundamentales, y no ha sido nunca el de darles pensamientos hechos. Yo he buscado siempre agitar, y, a lo sumo, sugerir, más que instruir. Si yo vendo pan, no es pan, sino levadura o fermento.
Hay amigos, y buenos amigos, que me aconsejan me deje de esta labor y me recoja a hacer lo que llaman una obra objetiva, algo que sea, dicen, definitivo, algo de construcción, algo duradero. Quieren decir algo dogmático. Me declaro incapaz de ello y reclamo mi libertad, mi santa libertad, hasta la de contradecirme, si llega el caso. Yo no sé si algo de lo que he hecho o de lo que haga en lo sucesivo habrá de quedar por años o por siglos después que me muera; pero se que si se da un golpe en el mar sin orillas las ondas en derredor van sin cesar, aunque debilitándose. Agitar es algo. Si merced a esa agitación viene detrás otro que haga algo duradero, en ello durará mi obra.
Es obra de misericordia suprema despertar al dormido y sacudir al parado, y es obra de suprema piedad religiosa buscar la verdad en todo y descubrir dondequiera el dolo, la necedad y la inepcia.
Ya sabe, pues, mi buen amigo el chileno lo que tiene que contestar a quien le pregunte cuál es mi religión. Ahora bien; si es uno de esos mentecatos que creen que guardo ojeriza a un pueblo o una patria cuando le he cantado las verdades a alguno de sus hijos irreflexivos, lo mejor que puede hacer es no contestarles.
Salamanca, 6 de noviembre de 1907.
Mi religión y otros ensayos, 1910.
Me parece que la mayoría de los religiosos creen en dios por temor a lo que sucedería si no creyeran en él (según lo manifiestan las diferentes religiones). Por otro lado, los que creen fervientemente en él, poco se ponen a pensar en estas cuestiones (léase fanáticos, y por definición, simplemente no piensan). Que por cierto, en un claro ejemplo de fanatismo, Kazantzakis en “El pobre de Asís”, expone lo siguiente: el protagonista se encuentra con un viejo exuberante que goza de las delicias de la vida y le embarra en la cara a Francisco de Asís este argumento: “Yo gozo todo en cuanto puedo en esta vida, puesto que, si la otra vida existe, habré desperdiciado aquella y no esta, entonces solo desperdiciaría la mitad de la existencia; en cambio, tu con tus sacrificios, habrás igualmente desperdiciado la mitad de la existencia, empero, si no existe la otra vida, habrás desperdiciado la única vida que existe”. Es una paráfrasis puesto que no encontré la cita textual, pero creo que el punto queda bien ilustrado.
Al leer la cita de Pascal (que por cierto no conocía), lo primero que me vino a la mente, es justo ese “por si acaso” del que se habla, y me parece que lo que expone Humbert C. Christopher sobre la apuesta de Smith es mucho más lógico que Pascal’s Wager. En fin, imaginaba por donde iría tu punto de vista, pero, quería saberlo igualmente.
Saludos.
Si por supuesto, Pascal’s Gambit es muy famosa, y yo siempre he pensado que el que crea en un dios de esta manera, está condenado al infierno, pues seguramente que a dios no le hará gracia que crean en el “por si las dudas”. Y mucho me temo que muchísima gente, en el fondo e inconsientemente, así es como creen.
Suponiendo que exista dios, yo prefiero no creer en el y al menos ser honesto al respecto; si es un dios justo o indiferente, no saldré mal librado.
@Oliveira:
Antes que nada, sé que la pregunta iba para Esteban, pero aún así me atrevo a contestar, también en espera de la respuesta de él.
Esto es conocido como “la apuesta de Pascal” que en resumen, dice eso: lo mejor es creer, puesto si existe o no existe dios, sales ganando, en cambio, si no crees y dios existe, te va a ir mal.
Y si, los creyentes la utilizan mucho, pero para ello existe la “contraapuesta de Smith” o “apuesta de Smith”, quien dice que lo mejor es no-creer, y así ocurren 4 cosas.
1.- no crees y dios no existe: nada pasa.
2.- no crees y dios si existe: puede ocurrir lo siguiente
a) si dios es bueno, te perdonará
b) si dios es indiferente, ni modo, ya que tu sitio en la proxima vida queda determinado por un dios al que no le importa si crees o no en él.
c) dios es malo, entonces, a todos, creyentes o no creyentes, ya nos cargó, puesto que a un dios malo no le importa si creímos en él o no y nuestra vida eterna depende de su capricho.
Además, la cita de Pascal tiene un efecto contraproducente: ¿qué tal si crees en dios sólo “por si acaso” y no porque realmente crees en él?, ¿acaso él, omnisciente y todo eso, no sabrá que creías por conveniencia y se molestará por eso?¿que tu fé se basaba sólo en un “por si acaso”?
Buscando una cita sobre la locura, de Pascal, me encontré con esta otra del mismo:
“Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo”.
Probablemente es un argumento que algún creyente te ha dado alguna vez, tal vez con otras palabras pero insinuando esto, o tal vez ya conocías la cita, no importa, me interesa saber tu opinión sobre lo que plantea.
Saludos.
¡Somos hermanos lasallistas! 😛
Que pequeño es el mundo, yo también estuve en una escuela de lasallistas (desafortunadamente), donde tuve oportunidad de conocer singulares personajes, entre ellos, Francisco Serrano Limón, mejor conocido como el hermano Paco, cuyo hermano es bastante más conocido, Jorge Serrano Limón. Siempre al estudiar algunos pasajes de la Biblia cuestionaba interiormente ¿en que época de la historia había sucedido aquel diluvio, o Adán y Eva? y ¿porque no lo enseñaban en historia también? Pronto, en secundaria, me di cuenta a que se debía esto, incoherencias.
Ese ser del que hablas, producto de millones de años de evolución que “esperas que exista” es más o menos mi concepción de Dios, que no con la influencia de ninguna institución, solo imagino que existen seres mucho más evolucionados que nosotros, al punto de que nosotros en nuestra ignorancia les llamemos dioses. En algún debate intentaba exponer esto, tal vez no logré explicarme bien, acaso haya sido debido a la mención de la palabra “dios”. Sin embargo no me considero ateo, ni agnóstico, sino librepensador.
Interesante el post.
Saludos.
si, porque tu manual de scientology aún está en revisión por tus editores…
O, ya que estamos en lo de la religión, el “Evangelio según San Esteban” 😉
para mayores informes revisar la “teoría Estebancéntrica del todo”….
Mmm, yo dije que yo demuestro desinterés, no que tu lo finjas…
Si, te das una idea, pero si esa persona dice no creer en ningún dios, ¿por que seguir llamándolo agnóstico? Se me escapa.
En primera en ningún momento mostré ninguna ira ¿de verdad crees que cualquier comentarista aquí es capaz de hacerme enojar? Es muchísimo más sencillo borrar, marcar como spam o bloquear. Yo personalmente prefiero seguir exponiendo por diversión. En segunda muchas personas me han contradicho aquí, y la discusión sigue como si nada. Pero si digo en varias ocasiones una cosa personal y me siguen contradiciendo, pues cansa.
Y luego, si te he llamado todo eso (de católica tengo mis dudas), pero: católica lo más probable es que seas (practicante o no y a que grado eso es otra cosa, además nunca lo has negado), ignorantes todos lo somos, y loca, pues cualquiera que crea en la magia está loco por definición.
Hay un lugar en donde los excesos al usar frases en otros idiomas se ven bien: Hi5. Claro, nadie te está limitando de usarlos aquí, resulta cómico 😛
Yo nunca he dicho que yo no lo hago, pero digamos que una vez cada 3 posts, no una vez cada comentario.
Luego, mi blog puede girar a mi alrededor todo lo que yo quiera, eso está en relación con el vasallaje y la sublevación ¿cómo? A los únicos que me he visto obligado a borrar en ocasión son a los trolls.
Yo también procuro no hacerme opiniones sobre las personas de los que aquí comentan, aunque no siempre se puede. Es preferible analizar sus ideas y conceptos como bien dices. Claro que cuando uno de ellos insiste en algo totalmente falso, totalmente incomprobable, pues me hago la opinión de que tal vez si te lo pongo en latín lo entiendas. Ojo, como ya dije en comentarios anteriores, me interesa muy poco, pero es muy molesto que cada 3 comentarios salte que si soy esto o lo otro.
Si interactúas con alguien (a través de cualquier medio), necesariamente te haces una idea de esa persona, resultado de lo que te da a conocer directa o indirectamente, y de tus propios conocimientos y experiencias.
No finjo desinterés, verdadermente no encuentro particularmente interesante tu “enigmática personalidad”. Me interesan tus opiniones, tus conceptos y tu forma de ver las cosas, nada más.
Lo único que no entiendo es tu iracunda respuesta cuando se te contradice, específicamente a nivel personal. Tú me has calificado de católica (cuando no lo he manifestado expresamente), ignorante y hasta loca, por autodenominarme creyente… Y a pesar del tono despectivo de tales calificativos, no me ofende ni me enoja ni nada por el estilo. Why? Pues porque lo que opines de mí me tiene sin cuidado, no trasciende a mi interior, ni perturba mi paz. Get it?
Pero claro que puedo creer que no creas!! La denominación fue la que me chocó, porque, “a mi leal saber y entender”, no es la correcta. Y hasta aquí del tema, por mí puedes autodenominarte como se te dé la gana, es irrelevante.
Y todo suena más cool si se dice en inglés, y más romántico si se dice en italiano, y más erótico si se dice en francés, y más contundente si se dice en alemán, y beligerante si se dice en ruso… Pero por supuesto que se oye y se lee más importante si se dice y escribe en latín, y no sólo eso, se oye más culto… y hasta elegante!! Práctica muy usada, incluso por ti… en incontables ocasiones en este blog.
Ya entiendo… eres el Dios de la inhóspita tierra denominada Polvo Estelar, donde se premia el vasallaje y se desprecia la sublevación.
L´ho capisco bene?
AAAAHHHUUUM…
Yes sr! searching and downloading.
De carlos Fuentes si lei dos libros, no recuerdo ahorita como se llaman pero si lo he leido 😀
Y si parece uno mas culto Quid Latine dictum sit altum videtur jaja
Saludos
HERES MI EROE CHINGAO!
Que sepa todo mundo que hasta doné £5 para la campaña atea! (en serio)
Si, es una lástima, de todas las personas que conozco (en el mundo real), solo 3 (contándome) pasamos de los 10 libros al año 🙁
Y de nada, es mi placer poner libros y un poco de cultura (que no presumo de que mi blog sea culto) a disposición de todos.
Pero, ¿cómo? ¿Qué hay de Jorge Ibargüengoitia, y José Emilio Pacheco y Juan Rulfo y Carlos Fuentes? ¿Y Henry Miller? ¿Qué esos no te los dieron en secundaria? Son libros que todos deberían haber leído ¡A leerlos señor!
Así de rápido recomiendo:
Las Batallas en el Desierto de Pacheco, Pedro Páramo de Rulfo, Trópico de Capricornio de Miller, Aura de Fuentes y La Ley de Herodes de Ibargüengoitia. Estoy por subir los que me faltan a babilonia.
Jeje, si, esa frase siempre sirve contra los abusos del latín, después de todo, si digo algo en latín, debo ser muy inteligente ¿no?
Orale, que interesante la transición, casi nadie acostumbra leer tanto.
Yo fui criado catolico (de decirse catolico, no de practicar toda la doctrina), pero desde la prepa empeze a cuestionarme, a la iglesia basicamente, creia en ese dios abastracto o adaptado a como lo veiamos; tenia por costumbre ir a la catedral los viernes con un amigo, a cuestionar al obiszpo, el cual siempre terminaba corriendonos (lol). Asi pase varios años, cuestionando a la iglesia, particularmente todo lo que decia el papalote juan pablo II.
Ante las constantes visitas de los testigos de jehova, me di a la tarea de investigar todo lo que pudiera de ellos, asi como leer la biblia completa para debatir con mas argumento las diversas incongruencias que ahi se narran; asi, navegaba por el ciberespacio hasta que un dia, accidentalmente di con tu blog leyendo “razas malditas”, lo que me provoco como 2 hrs de risa, y cada que veia a alguna amigo le comentaba de tu página.
Debo decir (y agradacer), que gracias a tu blog y sugerencias, fui leyendo mas y mas, empezando por el libro de Dawkins que algun dia me recomendaste, asi hasta tomar el habito de leer sobre ciencia, buscando libros de Stephen Hawkins y Cristofer Hitchens principalmente (asi como otros libros de R Dawkins). Lamentablemente, los primeros libros que lei, fueron para una tarea en la prepa, y fueron los libros de Cuahutemoc Sanchez, lo cual me provoco una revoltura en el estomago y una fobia a leer (salvo ciencia ficcion).
Asi que, gracias don haplo por esparcir y alentar la lectura cientifica (diria gracias a dios, pero creo que es algo out of the cuestion lol)
PD: anotare la frase “omnia dicta fortiora si dicta latina” para cuando quiera demostrar mi “superioridad intelectual” lol 😀
Jaja primero insistes en que soy algo que no soy, contra-argumento incluso demostrando desinterés en lo que creas que soy, y luego ¿el mundo gira a mi alrededor? ¿falacia lógica?
Si, el mundo gira a mi alrededor en mi blog, por eso es mi blog y no del mundo.
No, tampoco soy apateísta, soy ateo. Insisto: los que creen en algo, no pueden aceptar ni entender que alguien no crea en nada.
Caso típico de omnia dicta fortiora si dicta latina.
MZ anda suelto!!!!
“Atheist Bus” Tube Cards
The Atheist Bus appeal was much more popular than expected that by the January 6th 2009 launch, enough funds were raised to send buses all around the country and even to buy advertising space on London tube trains. Below are the four adverts featuring inspiring quotes to be shown on “Atheist Trains”!
http://www.humanism.org.uk/bus-campaign/tube-cards
http://www.humanism.org.uk/news/view/202
Come on!!! El mundo no gira a tu alrededor. No es mi pretensión ni mi interés conocerte, simplemente saco conclusiones de lo que has dicho, y con el único propósito de aclarar conceptos C-O-N-C-E-P-T-O-S. PUNTO. No es para que despliegues tus arranques de ira… APATEÍSTA! JAJAJA!
HUMBERT:
Y en cuatro años… impresionante. A eso le llamo yo ateísmo informado (o agnosticismo o apateísmo, o como te autodenomines: no te vayas a ofender como nuestro host)
O miserum te si intelligis, miserum si no intelligis!
Gimme a little respect!
Por un momento pensé que estabas en serio… lol!
@Alondra: Gracias, fueron los cuatro años que más he leído en cuestión de volumen…
@Esteban: Pero, cuando dices que no crees en algo, crees que no crees en algo, por lo tanto crees en algo, por lo tanto, no eres ateo, por lo tanto dios existe.
Así que no puedes creer en “nada”.
(Esta fue la respuesta de un amigo cuando le dije que yo no creía en los dioses, reí durante horas)
Precisamente: afirmas que soy agnóstico cuando no conoces absolutamente nada de mi. No, un blog no cuenta para “conocer” a una persona.
Clásico de los que creen en algo, no pueden aceptar ni entender que alguien no crea en nada.
Argumentum ad ignorantiam.
Por mi puedes decir misa; soy ateo.
Interesante, muy interesante… casi inspirador… Es muy grato conocer un poco tu lado humano. Coincido contigo en que hay que cuestionarse todo, finalmente esa es la base del conocimiento, y de la ciencia como método para llegar a él. Por otra parte, tendrías que saber, o mejor dicho, sentir, lo que siente un lama en profunda meditación para equipararlo a tu experiencia. Ah! E insisto en que eres agnóstico, aunque para llegar ahí hayas atravesado tu fase de ateo.
Felicidades al que se leyó la biblia completita… uf!!
Feliz año a todos!!
Y el Decamerón 🙂
La divina comedia en primaria???
HARDCORE
ay cálmate todos sabemos que debajo de tu almohada tienes tu traje de acólito….
¡Buen comentario! Digno de cualquier buena ciencia ficción no menos.
Claro que algun dias seremos seres tan poderosos como en los que creemos, si algun dia descubrimos razas mas avanzadas nos propondremos como meta superarlos, somos nosotros los humanos creaturas que no aceptan que alguien este por encima de nosotros para bien o para mal.
@Humbert
Bueno, todos sabemos que Cthulhu si existe y es el único dios verdadero, nacido de la oscuridad interestelar misma, así que no hay por que discutirlo más 😉
Si, creo que los ateos actuales de 35 para abajo más o menos compartimos las mismas experiencias en nuestro camino a la iluminación, producto de la época seguramente (y de que somos mentes superiores e iluminadas, por supuesto jeje).
@Queen
Creo que será interesante cuando expliques como pasaste de creer al ateísmo vía leyes sociales 😛
Y no solo lo que te dicen, ¡todo! Uno tiene que cuestionarse todo. Lo que creemos, lo que nos dicen, lo que leemos, lo que vemos incluso.
De nada, y siempre es grato ayudar aunque sea en una mínima parte a la iluminación de los demás.
Ah, y por supuesto que hubo detalles que no te sabías, aceptémoslo, ¡soy todo un misterio! Besos hon.
Curioso es que yo me volví atea debido al entendimiento de lo banales que son las leyes político-sociológicas. :S
También recuerdo con lástima a la persona tan ferviente al catolicismo que era. Y todo por obedecer ciegamente a lo que me inculcaron mis padres, la escuela y grupo éxodo, sin preguntarme que tan congruente era lo que me decían.
Gracias Esteban, por enseñarme a cuestionar todo lo que me dicen, porque si bien esa no fue la razón por la que me volví atea, si tuvo que ver en el asunto.
Me gustó tu historia amor, hubo detalles que no me sabía.
Besos, ya se te extraña…
Así es: abres la puerta, descubres al “dios” detrás de ésa puerta y luego descubres que ése “dios” es sólo la parte del conocimiento aún no explicada por la ciencia…cuando la ciencia abre ésa segunda puerta, te encuentras con un segundo “dios” detrás de ésa y una tercera puerta, y así…
Tampoco Isaac Asimov fue mi primera lectura (ésa fue “El loco” de Gibran Jalil), pero después de leerlo a él y al Maestro Sagan, supe que existía algo fuera de la catolicidad y de la creencia en un dios…después leí la biblia completa y supe que no podía existir ése dios…después me interesé en la ciencia y supe que no existía ningún otro dios.
Me sentí identificado con su entrada, maese Esteban: Gracias por escribir la experiencia por la que algunos de nosotros (los afortunados) hemos pasado. Sólo tengo un inconveniente: nunca mencionó al FSM y, horror de errores, a su Fangosidad Suprema.
Cthulhu se va a enojar.
Rámen!