Los viernes son de fiesta, eso ya se sabe, pero ¿a dónde ir?
Una pequeña comparativa:
Entrada.
Bar: entrar al bar es tan simple como entrar a tu sala. Entras y listo. El de la entrada o la hostess te saludarán como si te conocieran de toda la vida.
Antro: entrar al antro implica hacer cola, implorarle al nako ekis cadenero que te de chance, o mover alguna influencia con algún otro de los losers que están cuidando la entrada. Jamás lo he entendido: si de todos modos van a retacar el antro de gente, ¿por qué le hacen al cuento en la entrada? (No niñas, saludar de beso al cadenero no es cool.)
Música.
Bar: las probabilidades de que haya música decente son de medianas a altas.
Antro: la música en los antros es una mierda (no niñas, Timbiriche, Shakira y el Numa Numa Iei no son música decente, que digo decente, ¡no son música!).
Capacidad.
Bar: el bar se llena y listo, ni un alma más entrará por que no hay donde sentarse. Puedes ir al baño sin mayores problemas.
Antro: el antro continuará llenándose exponencialmente, cabrán miles de almas y siempre dejan entrar una más. Ir al baño es una odisea que toma 15 minutos. (No niñas, eso no es buen ambiente, es un asco estar rodeado de tantas personas.)
Atención.
Bar: pides algo al mesero y te lo lleva como lo pediste.
Antro: pides algo al mesero… bueno, primero hay que encontrar al mesero. Y te lo lleva 15 minutos después, caliente. Y de la marca equivocada. (No niñas, cerrarle el ojo al mesero y hablarle bonito no te hace cosmopolita.)
Ambiente.
Bar: creo que la principal razón para ir al bar es que ahí se puede platicar con los amigos, intercambiar opiniones, cine, libros, política, cultura… No es que uno sea muy inteligente, pero al menos hacemos el esfuerzo de platicar y aprender cosas nuevas.
Antro: atascadísimo de gente, obviamente no se puede platicar nada, lo único que queda es brincotear toda la noche. Ya los aborígenes de hace milllones de años lo hacían. Poco ha cambiado. No es que la gente que prefiera los antros no sea inteligente, pero dice mucho preferir brincar como simio toda la noche, a platicar un poco sobre casi cualquier cosa. (No niñas, no es cuestión de gustos, es cuestión de hemisferios izquierdos. Ya se que no saben que significa eso, no se preocupen, no esperamos que lo hagan.)
Cuenta.
Bar: te cobran lo que consumes. La propina es a tu gusto.
Antro: te cobran lo que les gusta, la propina va incluida. Sin contar que a veces hay “cover”. Claro, como las niñas se safan diciendo “HAY HABER pues yo nada más me tomé una, por tanto pago $50” ni cuenta se dan del ultraje. (No niñas, pagar $50 en un antro no es un ahorro, mejor no sean tan miserables.)
Bueno, entonces queda claro que la razón primaria de ir al bar es platicar con los amigos, pasar un buen rato haciéndolo, y salir muy contento de ahí. Mientras que para ir al antro es simplemente bailar. Ya los neanderthales hacían algo similar.
Por tanto, la conclusión es que, de platicar sobre temas medianamente inteligentes, a brincotear como simio toda la noche, la elección es obvia, y si no es que hay cierto grado de retraso mental.
Ya está, mi post (único) más machista de todos. Y no es que de verdad me crea eso, pero no me cabe en la cabeza como es que las chicas prefieren ir a brincotear toda la noche, simplemente por que no tienen de que hablar (o no saben hablar), si son las más chismosas de toda la creación.