Dicen los hijos de la Estulticia cuando no tienen mayor esperanza que obtener consuelo de esta frase:
Las grandes cosas con quererlas basta, la culpa es de la brevedad de la vida que no basta a la magnitud del asunto.
Del libro Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam, un librazo bastante pequeñín que nos hace reflexionar en que nos tomamos todo demasiado en serio, y mas vale ser un poco despistados y atolondrados que tener los gestos duros y nada agradables de los sabios que se atiborran de preocupaciones. Todo se lo debemos a la locura, las guerras, las ciencias, las diversiones y aún los amores. Venus y Afroditas son súbditas leales, incluso los Júpiter y Palas, pero con mayor fervor los niños y los ancianos y los borrachos, Cupidos y Sirenas, y todas las Ninfas, los jóvenes de corazón, los que no les importa que se burlen de ellos.
La Estulticia nos enseña a adularnos solos, a hacer caso omiso de las injurias, a ser el alma de la fiesta. A disfrutar y no ahogarnos en ciencia, ya que, según ella, nadie quiere a los sabios pues son unos aguafiestas.
El libro es un monólogo pronunciado por la mismísima Estulticia, la locura, la alegría de vivir, la necedad y la desfachatez. Y yo no había leído tal cantidad de sinsentidos desde los neologismos de Stanislaw Lem en sus fábulas de robots y en Cyberiada. Está escrito en un estilo formal, un tanto pasado de moda, pero nada difícil de leer. De hecho se lee rapidísimo. Y uno no puede menos que atacarse de risa (y sentirse un tanto estulto) al leer tantas tonterías.
Y lo he disfrutado mucho, de hoy en adelante trataré de rezarle más a la Estulticia.
Por supuesto que:
… se van a sentar a la parte mas alta del cielo [los dioses] y, bajando la frente, miran lo que hacen los hombres. No hay espectáculo que les sea mas grato. ¡Dioses inmortales, que teatro, que variedad en esa turbamulta de necios!