Blue Remembered Earth – Alastair Reynolds

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Blue Remembered Earth - Alastair Reynolds

Blue Remembered Earth – Alastair Reynolds: Un gran inicio a una nueva saga, distinta de Revelation Space. Los Akinyas, artefactos estelares, viajes a otros sistemas y… una Grand Quest, una Búsqueda del Tesoro.

Esta, primera parte de la trilogía Poseidon’s Children, es algo distinta a la Ciencia Ficción usual de Reynolds; normalmente nos lleva lejos en el futuro, a cuando la humanidad ha colonizado una parte significativa de la galaxia, y eventualmente huye de ella. En esta saga quizás estemos “hasta el tobillo” en la bahía cósmica.

La ambientación (medio libro se la pasa en ello) inicia la historia de la familia Akinya y… bueno, aún no sabemos, pero pueden estar seguros de algo nivel majestuoso de Alastair.

Esta primera mitad es aburrida y tediosa. El subplot de los elefantes debería haber sido usado solo como acompañamiento, pero como el autor menciona en los agradecimientos, decidió hacerlo parte importante porque algún amigo suyo gustaba de elefantes, o un sinsentido así. En último de los casos —en esta novela— los elefantes son irrelevantes y soporíferos y solo nos hacen desear que no aparecieran más.

Esto resulta en detrimento de Geoffrey Akinya, uno de los protagonistas, y convierte su personaje en el más aburrido, apático, desagradable e insufrible de TODA la Ci-Fi de Reynolds. Realmente no se puede tolerar al infeliz. Uno desea golpearle y a sus estúpidos elefantes, y uno se pregunta como es que sus primos (herederos de la fortuna y empresas Akinya) lo toleran.

Geoffrey es un idiota. Y aparentemente uno de inteligencia subnormal. Un personaje sí y otro también, DEBEN explicarle, despacito y dos veces, todo. Es completamente incapaz de razonar. Y esto es terrible para la novela, porque a través de él, se nos está explicando todo dos veces y despacito. Estamos siendo tratados como idiotas. Alastair nos hizo un mal servicio con esto; los momentos geniales de “¡lo sabía!” que experimenta un lector son sustituidos por apatía juvenil.

No solo es Geoffrey un idiota, ¡encima no le importa nada! Embarcó en una Grand Quest, en Luna, su hermana en Marte, con un construct de su abuela (la Akinya más importante de todos) diciéndole cómo y qué hacer y dónde ir, los Akinyas son dueños de todo (¿Space Akinya?) y pueden hacer lo que les plazca y está este imbécil (lo siento, lo es) a quien solo le importan dos o tres estúpidos elefantes y nada más.
Me la pasé deseando que Hector y Lucas (los primos) terminaran el trabajo ellos mismos.

Afortunadamente, la trama es suficientemente interesante para mantenernos leyendo, a pesar de Geoffrey.

Esto es una Búsqueda del Tesoro. Su abuela dejó pistas por todo el sistema después de su muerte, Geoffrey es arrastrado “por puro azar”. Su hermana Sunday se involucra, los primos también. Y como es usual con Reynolds, distintas facciones políticas: United Aquatic Nations, la Panspermian Initiative con su líder ballena, los carroñeros de Marte… Y aún incluso dentro de la familia Akinya, nadie sabe todo.

Así, después de medio libro, Geoffrey actúa y la historia comienza a disfrutarse, la búsqueda inicia y nos esperan revelaciones monumentales, nuevas físicas, artefactos en otros sistemas estelares. Los Akinyas encuentran propósito de nuevo gracias a Eunice, la abuela.

Considerando todo, y a pesar de la primera mitad y la indiferencia de Geoffrey, una gran novela de Reynolds. Simplemente no puede escribir pequeño, sus historias siempre tienen ese destino enorme en ellas. Ciencia Ficción apropiada.

¡No puedo esperar a la segunda entrega!

Esto sucede en un universo distinto al de Revelation Space, pero hay parecidos: el Evolvarium en Marte también estaba fuera de The Great Wall of Mars (y en el anime de 2007, Vexille), abrir escotillas por la fuerza obtiene mucho mejores descripciones en Nightingale, la Green Efflorescence era claramente la Greenfly, mejor descrita en Galactic North, los Denizens y la aug aparecen en The Prefect… Siempre me han gustado las situaciones así, cuando los autores dicen que sus sagas suceden en universos diferentes, pero comparten elementos, como Asimov con The End of Eternity y Foundation.
Nos dan a los lectores momentos “¡lo sabía, había leído sobre ello!”

Tiene un que otro error garrafal —Reynolds usualmente los tiene, aún no sé por qué, pues son realmente flagrantes— como lo que le sucede a Hector, la nueva nave no debió haber sido atacada, los Akinyas tienen demasiado poder creíble para una familia, al contrario de un gobierno, los avances en física y tecnología porque aliens… Pero podemos pasarlos poniendo los ojos en blanco un par de veces.

El final es muy emotivo, nudo en la garganta, lágrimas a punto… No por las tragedias que acontecen, sino por las posibilidades que se acaban de abrir. Me recordó un tanto a aquel discurso de Sax Rusell (Kim Stanley Robinson, Red Mars) acerca de terraformar Marte que termina:

Mars will always remain Mars, different from Earth, colder and wilder. But it can be Mars and ours at the same time. And it will be. There is this about the human mind; if it can be done, it will be done. We can transform Mars and build it like you would build a cathedral, as a monument to humanity and the universe both. We can do it, so we will do it. So, we might as well start.

¡Un más que decente comienzo a una nueva saga!

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Enero 19, 2018.

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