Tengo años rodando, y como está de moda, pues aquí algunos pensamientos aleatorios sobre ese gran invento humano:
Con el automóvil pierdes la dimensión real de una ciudad; si tienes la “fortuna” de vivir en el, digamos, “segundo cuadro” a unos 2-3km del Zócalo, el tamaño de tu ciudad es de tu casa al Zócalo y un poquito más.
Pero no es un círculo. Es una lombriz del ancho tan solo de las calles por las que pasas, y como preferimos usar avenidas, a veces vamos muy rápido para fijarnos bien.
No nos damos cuenta que hay partes de la ciudad a 16km del centro ¡casi 7 veces de tu casa al Zócalo!, y toda esa distancia está llena de ciudad ininterrumpida. Casas, negocios, escuelas, bancos, plazas comerciales…
Entonces, nuestra imagen mental de la ciudad, está compuesta por burbujitas de lo que visitamos regularmente: la burbuja del Zócalo y el centro histórico, tu colonia y una o dos pegadas donde está la tiendita o la memela que te gusta (por que al OXXO solo se va para la fiesta; para tu consumo personal siempre debes usar tiendita), la burbuja del “barrio” exclusivo de moda donde están todos los nuevos edificios y los mejores lugares, la burbujita de los antros, la de tu escuela, tu trabajo y unas muy pequeñas de las casas de tus amigos. Cholula y Atlixco son otras burbujas medianas.
Burbujas.
Conocemos conscientemente muy poco del tamaño real de nuestra ciudad, pero la bicicleta nos permite experimentar realmente el tamaño de nuestra ciudad.
Y esto lo digo por que la he cruzado, en bicicleta, hasta las Cholulas al oeste, San Baltazar Tetela al sur, al norte no hay nada (¿ven a que me refiero?) y hasta Amozoc al este, y de verdad es una mancha de concreto ininterrumpida. Casas y casas y colonias y gente y mercados y mugre y tráfico y gente por todos lados, y al ir a bajas velocidades y con la “cabeza de fuera”, se logra apreciar el recorrido.
Además, influye mucho que en bicicleta, uno cambia la ruta más o menos al azar por aburrimiento, pues no representa diferencia en tiempo. En bici acabamos conociendo a fondo donde vivimos, encontramos negocios y restaurantes que de otra manera jamás habríamos visto, encontramos mucho placer rodando por la ciudad.
De niño andaba en mi BMX blanca con acentos rojos y azules, que por alguna razón que me evade mi padre tuvo a bien ¿regalar?, rampábamos en el parque, echábamos carreritas, luego en la Benotto de carreras arena de mi abuelo.
En la prepa un compañero laboral de mi padre puso aquí en Puebla una tienda de bicis que ya no existe (Bic Ben, en plaza Crystal), y ¡me regaló una Benotto de montaña! Una Monterosa girs con craquelado blanco de acero que aún tengo y funciona muy bien. Con ella fui y vine de la universidad.
Trabajando en DF, nay, CDMX, me compré una Benotto Wild Cat y casi luego luego una Trek 4300 que, aunque no lo parezca en la foto, resultó muy superior a la Benotto. En esa Trek me la pasé yendo y viniendo del trabajo, primero 10 y luego 20km al día.
Con esa Trek fue que me empecé a interesar por la parte mecánica, actualmente puedo construir una de piezas sobrantes 😉
La rode nueve años hasta que se rompió el cuadro (bajando el Popocatépetl a 50km/h), y Trek me la cambió por una 4900 más fregona gratis, ¡garantía de por vida!, que es la que a la fecha ando rodando.
Siempre, sin querer, he estado en pro del ciclismo no solo como entretenimiento, sino como medio de transporte: en la uni hacía menos tiempo en bici que el 3 Estrellas que tenía que tomar, en el trabajo hacía menos tiempo en bici que en transporte público o en mi auto, ¡medido!, actualmente escribo en @RodadasPuebla en la que se supone pretenden anunciar de cuanta rodada local haya, porque no había una cuenta así y uno como ciclista tiene que andar cazando a todos los colectivos por separado.
Considerando ejemplos como el de Rotterdam, resulta ofensivo que aquí nuestros gobernantes estén tan inútiles: acaban de remodelar la Av. Juárez, calle emblemática de Puebla si ha habido una, y ¡sin infraestructura ciclista! ¿Malicia? ¿Estupidez?
En fin, andar en bici ¡casi está de moda en Pueblita! Y eso es excelente por muchísimas razones, por ejemplo, querido automovilista, cada bicla que veas circulando en la calle es un auto menos frente a ti. Un auto menos en el tráfico. El tráfico no es; eres tu. Los coches.
Abre tu ventana y dale las gracias al ciclista.
Nadie es tan grande nunca como para no abrir los brazos y cerrar los ojos, por unos pocos metros aunque sea, y sentirse vivir de nuevo, sentir el aire en la cara, montando una bicicleta.
Ride or Die.